Luchar por lo que creemos.
Un día, un grupo de ranas atravesaban juntas un bosque, cuando dos de ellas cayeron en un pozo muy profundo. Las demás ranas se reunieron alrededor y vieron que no podían rescatarlas. ¡Era demasiado profundo! Las dos ranas del agujero, movidas por el impulso de supervivencia, comenzaron a saltar, intentando salir. El resto les gritaban desde arriba:
-¡No insistáis!, ¡no podréis salir nunca! ¡Dejadlo, abandonad!
Las dos ranas siguieron saltando, aunque una de ellas comenzó pronto a desanimarse.
- ¡No saltéis más!, gritaban aún más fuerte sus compañeras. ¡No podéis salir! ¡Asumid vuestro destino!
Las ranas gritaban y hacían gestos con los brazos para que las ranas se dejaran morir sin más. Y una de ellas, al final cedió, cayó derrotada al suelo y al fin murió.
Sin embargo, la otra rana siguió saltando cada vez más y más, con más fuerza, con más intensidad…. Y en uno de sus grandes saltos, consiguió alcanzar el borde del agujero y salir al exterior.
Las demás ranas la miraron boquiabiertas, sin saber qué decir. Estaban realmente sorprendidas de que aquella rana hubiera conseguido salir del agujero, a pesar de que todas le decían que lo dejara.
- ¿Cómo has conseguido salir? Le preguntó una de ellas. - ¿No escuchabas cómo te decíamos que pararas, que no serías capaz? Sabíamos y veíamos que era imposible que salieras de ese agujero.
Y la rana se encogió de hombros, les hizo señas para explicar que era sorda y les dijo con signos que sobre todo quería darles las gracias por haber confiado tanto en ella. La pobre rana sorda se pensaba que en lugar de decirle que parara, que no sería capaz, le estaban dando ánimos para que consiguiera salir.
Las palabras de motivación son motores que ayudan a conseguir un objetivo. Confía en ti y antes de derrumbarte, piensa en tus inmensas posibilidades para alcanzar la meta.